Con el paso del tiempo hemos aprendido a naturalizar muchas cosas que se han mimetizado con la cultura general del momento, saber que ocurren cosas negativas a las personas y que seguramente algún día serán cuestión del pasado nos ofrece algo de alivio y reaccionamos con asombro cuando nos enfrentamos a la cruda realidad lo cual es positivo porque esto está ligado a la capacidad humana de analizar la realidad desde diferentes dimensiones y transformar los recursos que usamos para enfrentarla, además que esto nos posiciona en una oportunidad de contribuir con empatía.
El tema de las autoagresiones y en su mayor manifestación la constelación de la conducta suicida ha sido uno de esos temas que estuvo oculto como verdad y ahora incluso tiene representación simbólica con fecha en el calendario y su propio color (amarillo), estas formas de expresión de esta realidad social invitan a que la hagamos visible y seamos gestores de prevención y de protección al respecto.
Esta realidad humana, donde nuestra definición como seres que hacen parte de un contexto social capaz de contribuir de manera positiva y de esta manera participar del proceso de integración y socialización se ve mellada por circunstancias se se amalgaman unas con otras y se vuelven un lastre intolerable aterrizan lo que llamamos heridas del Ser.
Estar cansado de vivir, sentir que no hace parte de nada, que no habría diferencia entre estar o no, o pensar que el otro estará mejor sin su presencia, son algunas de las interpretaciones que tienen las personas que tienen una herida profunda en su Ser y no hallan la manera de transformar esta creencia dolorosamente persistente.
Es importante entender que toda esta configuración tiene origen en creencias desalentadoras que se han ratificado una y otra vez desde momentos específicos de la vida que podemos identificar como detonantes y que se afianzaron como mediadores de la carga que la persona lleva en su presente, dentro de este origen vale la pena pensar que la ausencia de vínculos protectores, canales de comunicación asertiva a lo largo de la vida y ausencia de conexión suelen ser los patrones relacionales disfuncionales bien sea en la familia o en el círculo social de la persona con este tipo de heridas.Es posible que nos hayamos visto tentados a calificar como manipuladora, cobarde o inmadura a aquella persona que considera el suicidio como su única alternativa frente a la vida que lleva, sin embargo, es importante darnos cuenta que esta persona ya ha agotado un sin número de alternativas para sanar su herida y se ha enfrentado al fracaso y a golpes que la hacen sangrar más cada vez y esto alimenta la percepción de derrota e inutilidad. Asumirse incapaz de todo limita la capacidad de pensar con recursividad o de considerar una alternativa medianamente útil frente a cualquiera de los problemas que suman en su realidad.
Es muy posible que esta persona en su estado de profundo desaliento y desesperanza necesite sencillamente que estamos allí incluso aun sin saber nosotros mismos como podemos ayudar, el estar allí y verbalizarlo como una verdad salida de nuestra empatía puede ser la tabla de salvación tan anhelada, el momento de ofrecer ese aliento y apoyo no necesita una estructura definida, basta con que esté llena de ¡voluntad!, voluntad de contribuir, voluntad de acompañar, voluntad de consolar, voluntad de tratar con consideración. Supongo que al leer tantas veces la palabra "voluntad" ya clarifica qué es lo que no debe haber en ese contexto solidario, no hace falta darle una interpretación elaborada para explicar algo que nos define en esencia humana VOLUNTAD Y SOLIDARIDAD, es todo lo que se necesita.
Si tanto hemos naturalizado que como sociedad y como individuos tenemos heridas profundas en nuestro Ser y eso afecta nuestras ganas de vivir desde una constelación densa en muchos sentidos, una manera de transformar esta realidad es reconstruir los recursos que nos permitan naturalizar el acto hablar de suicidio como una realidad social y humana que nos vulnera, tanto al que lo considera viable como el que se impacta con la noticia de esta envergadura, hablemos del tema, hagamos preguntas respetuosas y consideradas, hagamos lo que sea necesario si alguien cerca de nosotros alguna vez dijo que sería mejor morir, seamos atentos y paremos nuestro afanado andar y actuemos con voluntad solidaria, es la forma como podemos cuidarnos y salvar vidas.
En el caso de estar cerca o viviendo una situación como la que lees aquí, valdrá la pena buscar a un profesional que pueda estructurar el acompañamiento por el proceso de sanar de una manera coherente y de validación de la lógica privada que ha estructurado las creencias del momento haciendo visible su origen relacional y tal vez generacional.
Inmensa gratitud
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